Con la vuelta de la Ricoh GX200 a mis manos he retomado la idea de hacer algunas fotografías por los pasadizos de mi ciudad. Pasadizos comerciales que antaño estaban llenos de vida, hoy languidecen como túneles de gusano que llevan anodinamente de una parte a otra, sin comercios y sin gente que los transite.
La parte interesante de todo esto es que me ha permitido recuperar el pulso de fotografiar con la Ricoh de nuevo, y tengo que decir que es toda una experiencia. Hay cámaras por las que no pasa el tiempo, pero desgraciadamente la Ricoh no es de esas. Si bien el tacto y los controles siguen siendo excelentes, su velocidad de respuesta está claramente sobrepasada. Siendo tan lento su enfoque automático, decidí probar el ajuste "Snap Focus" que básicamente deja el enfoque fijo a partir de 2,5 metros, y ahí sí que la cámara tiene una ventaja. Siendo un sensor tan pequeño, a nada que cierras el diafragma un poco ya obtienes mucha profundidad de campo. Eso obliga a subir un poco la sensibilidad ISO, y tengo que reconocer que a ISO 200 ya hay bastante ruido, lo que obliga a trabajar un poco más el raw y hacerle una buena reducción.
Y hablando del raw, me sorprendió la flexibilidad que tiene para ser una cámara tan vieja y con un sensor tan pequeñito. En esta foto podría haber recuperado muy bien las altas luces pero preferí dejar el fondo sobreexpuesto para contrastar con la figura humana.
Un dato curioso más de esta cámara es que no permite guardar las fotos exclusivamente en formato raw. Hay que guardar obligatoriamente en jpg+raw, lo que redunda en un gasto tonto de espacio en la tarjeta. O al menos yo no he sabido encontrar la opción de disparar solo en raw. Es otra de las peculiaridades de esta camarita a las que hay que acostumbrarse. Poco a poco.
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