La inteligencia artificial nos permite sumergirnos en mundos imposibles, oníricos. Por esos mundos pueden pasearse personajes grotescos como el globonauta. Un astronauta que deambula por lugares dispares con un ramillete de globos de colores en su mano. Un ser introvertido y acorazado que, sin embargo, va mostrando a todo el mundo su ilusión en forma de coloridos globos.
Que la inteligencia artificial ha llegado para quedarse es algo que ya ni se cuestiona. De todas las facetas a las que se le puede aplicar la IA probablemente la fotografía y el diseño van a ser las más afectadas. Del mismo modo que en el siglo XIX la fotografía tumbó de un plumazo a gran cantidad de pintores y grabadores artesanos, la IA va a despachar a estos gremios (fotógrafos y diseñadores) que aún pugnaban por sobrevivir en este primer cuarto de siglo XXI. Las posibilidades son aún toscas y limitadas pero la tecnología avanza no ya de año en año o de mes en mes, sino de día en día. Lo que hoy no es posible quizás la semana que viene, sí lo sea. ¿En qué posición quedará la fotografía? Quizás en algo parecido a lo que quedó la pintura en el siglo XX: obra de autor. Por supuesto que hecha la ley, hecha la trampa, o lo que es lo mismo: la tecnología no es mala ni buena, las malas y buenas son las personas que la utilizan. Internet fue un gran avance: poder acceder al conocimiento g