¿Qué
fue primero? ¿El lago Léman o la fantástica flota de barcos a vapor que lo
surcan? Obviamente conocemos la respuesta, pero contemplando la gracia con la
que estos vapores surcan sus aguas, no parece descabellado pensar que ambos,
buques y lago, se concibieran como un todo para su disfrute en conjunto.
El
lago Léman (también conocido como lago de Ginebra) es el más grande lago de
Suiza, y de Europa occidental. Es estrecho y alargado y cuenta con unos 70
kilómetros a lo largo, entre la cosmopolita Ginebra, al oeste, y el precioso
castillo de Chillon, situado en el punto más oriental del lago.
Pero sin duda, lo
que más llama la atención al asomarse a cualquiera de sus orillas, es
contemplar el puñado de barcos de vapor, estilo “Belle Epoque” que surcan el
lago. Están en perfecto uso y sirven para lo mismo que servían hace más de cien
años: transportar pasajeros.
El puerto de Montreux es uno de los más concurridos, y más cuando la ciudad se encuentra en plena ebullición debido a su afamado festival de jazz
El vapor Vevey arriba al puerto de su ciudad homónima, donde se encuentra esta curiosa estatua con forma de tenedor
El vapor Vevey anclado en el puerto de Lausana. Nuestro viaje comenzará aquí
Esta campana original en bronce, y todo a bordo del Vevey, nos recuerda que viajamos a bordo de un buque centenario
El lago mantiene un ritmo frenético de líneas de comunicación, con lo que es frecuente cruzarse con otros buques de la flota
Los viajeros de segunda clase, un poco a lo “Jack Dawson”, nos agolpamos con avidez en la borda del barco. Con un paisaje tan impresionante, conviene no perderse detalle
La tranquilidad de las aguas del Léman invita a los ribereños a practicar todo tipo de deportes acuáticos: desde un tradicional paseo en velero hasta una curiosa “vuelta” en tabla de surf
A
principios del siglo XX la compañía CGN conseguía la concesión del transporte
de pasajeros en el lago Léman y en 1904 botaba el primer barco de vapor que iba
a surcar sus aguas: el Montreux. A
este le seguirán otros siete: Vevey, Italie, La Suisse, Savoie, Simplon, Helvétie y Rhône; todos
ellos, vapores de ruedas. A mediados del siglo XX, aquejados de frecuentes
averías en sus máquinas y ante la pujanza de nuevos medios de transporte aptos
para una mayor capacidad de pasajeros, se pensó en desguazar la flota. Sin
embargo, y en un guiño al incipiente turismo que llegaba a Suiza, se decidió
invertir en modernizar la flota, manteniendo la figura de los buques pero
renovando su planta motriz. Actualmente, siete de los ocho barcos de la flota
poseen un motor diesel-eléctrico, siendo el Rhône el único que posee un motor
de vapor, eso sí de concepción ultra moderna e instalado en el año 2001.
Todo el lago es como un gran parque temático destinado al ocio: cruceros, deportes acuáticos o, para los más atrevidos, parapente
El La Suisse es el otro gran vapor que surca esta parte del lago, realizando el mismo recorrido que el Vevey pero en sentido inverso
La privilegiada ubicación de Lausana nos permite elegir entre un crucero por la parte occidental del lago, cuyo punto culminante es la ciudad de Ginebra, u otra ruta por la parte oriental cuyas principales paradas son Vevey, Montreux, castillo de Chillon, Villeneuve y Saint Gingolph para, desde aquí, regresar sin escalas a Vevey. Esta será nuestra opción elegida: un bonito crucero de unas cinco horas a bordo del vapor Vevey, por la parte más emblemática del lago.
Por suerte o por desgracia, esta no es la maquinaria original del Vevey, sin embargo resulta curioso verla en funcionamiento
Entre Lausana y Montreux, bordeamos la comarca de Lavaux, considerada la riviera suiza por sus afamados viñedos y su clima suave
Llegamos a la localidad de Saint Gingolph, fronteriza con Francia, y nos volvemos a encontrar con el buque La Suisse, lo que provoca un nuevo cruce de efusivos saludos entre los pasajeros de ambos barcos
Y desde Saint Gingolph el barco se dirige, cruzando el lago de lado a lado, hacia el punto final del crucero: el puerto de Vevey
Una
vez que el Vevey finaliza su crucero
en el puerto que, precisamente, le da nombre, tenemos toda una larga tarde
veraniega para pasear por la tranquila Vevey, la bulliciosa Montreux, y llegar
hasta el castillo de Chillon, una impresionante fortaleza que, ubicada en el
extremo más oriental del lago, parece guardar el Léman en toda su extensión.
En
Chillon se mezclan bañistas, pescadores y campistas improvisados que disfrutan
de sus tranquilas aguas, con la multitud de turistas que desean visitar el
castillo que, por otra parte, se encuentra en un excelente estado de
conservación. Este castillo es el punto de referencia del turismo de la zona y
le hacemos honor convirtiéndolo en un más que digno final para nuestra jornada
de crucero.
En Montreux se encuentra la estatua de Freddie Mercury, punto de encuentro obligado para la legión de seguidores del malogrado músico y para los amantes de la música en general
El castillo de Chillon acoge cada año a cientos de miles de visitantes, lo que no es de extrañar debido al excelente estado de conservación en que se encuentra
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