No hay nada como usar una cámara para comprenderla y, si consigues que se ajuste a tu forma de fotografiar, disfrutarla. Después de unos años sin poder usarla, el poder disparar con la E-M5 fue como tener una cámara nueva. Ya no recordaba lo manejable que era y, sobre todo, el precioso sonido de su obturador, que Jonathan Posner en su blog "Stare: fashion photography" destacaba, y que invita a disparar una y otra vez. Lo cierto es que no dispongo de un parque extenso de objetivos Micro 4/3, y en esta imagen utilicé un Lumix G 14 mm F 2.5. No es un "pata negra" de la montura pero cumple sobradamente como gran angular, y es muy pequeño y discreto. Casi como la tapa de una cámara.
No obstante, me resisto a invertir en objetivos para esta cámara, a pesar de que creo firmemente que estas cámaras son a la fotografía digital lo que las Leica fueron en su día a la fotografía tradicional. En su libro "La narración fotográfica", Michael Freeman afirma que el nacimiento del género del reportaje fotográfico fue posible gracias a la aparición de las cámaras Leica: "manejable, resistente y silenciosa, era ideal para el nuevo fotoperiodismo que evolucionó durante el periodo de entreguerras". Es cierto que hay cámaras sin espejo de formato completo cuyos cuerpos son de un tamaño muy reducido. Sin embargo, los objetivos de estas cámaras distan mucho de ser discretos, pues tienen que cubrir una superficie de sensor muy grande. Pues todo eso creo que es aplicable al formato Micro 4/3 hoy en día, y aún así sigo sin pasarme incondicionalmente a estas cámaras. Con todo, usar la E-M5 me sigue pareciendo una auténtica delicia, diez años después.
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