Le Cinque Terre constituye la fachada marítima de la Toscana en Italia. Cinco pueblecitos a cual más colorido y pintoresco, retratados hasta la saciedad no ya por las cámaras de los fotógrafos, sino por los teléfonos móviles de todos y cada uno de sus visitantes. Sus nombres son sinónimo de éxito en las redes sociales: Riomaggiore, Manarola, Corniglia, Vernazza y Monterosso al Mare. El fotógrafo haría bien en centrarse en los más fotogénicos: Riomaggiore, Manarola y Vernazza. Corniglia, al estar algo más apartado del mar pierde algo del encanto de sus vecinos, mientras que Monterosso es una localidad con una gran playa al uso.
Pero, ¿por qué Riomaggiore, Manarola y Vernazza? Pues porque sus calles parecen esculpidas en riscos y sus casas, de mil colores, se encuentran colgadas en acantilados, desafiando la gravedad. El mar penetra en ellos hasta casi alcanzar la plaza del pueblo y, si añadimos unos atardeceres de ensueño, el fotógrafo encontrará servida su particular locura. Luz y color, ¿qué más podría desear?
Sin embargo, el fotógrafo encontrará que no todo es de color de rosa y hará bien en planificar su viaje pues descubrirá que las infraestructuras no le van a ayudar. En efecto, encontrar alojamiento en estas cinco villas es tarea harto complicada. Es mejor decantarse por La Spezia o por Levanto, ciudades vecinas de mayor porte. Y es que no debemos olvidar que Le Cinque Terre es un parque nacional. Los habitantes y autoridades de Cinque Terre no pueden evitar que todos los años les invada una horda de turistas, que buscan lo que ya sabemos. Pero hasta ahí. Que el turista se sienta a gusto, eso ya es otra cosa, y desde luego sus habitantes no están dispuestos a cambiar su forma de vida o la fisonomía de sus hogares.
Comentarios